RESISTENCIA Y RESILIENCIA AL CAMBIO



RESISTENCIA AL CAMBIO
Generalmente, hablamos de “resistencia al cambio”, cuando en nuestras organizaciones, encontramos personas que se oponen a alguna nueva forma de hacer las cosas.
La resistencia al cambio es la fuerza opositora que se genera al iniciar un proceso de cambio. Es altamente influenciada por la percepción de las personas, en relación a la forma en que ese cambio las afectará. Pero la resistencia no constituye en si misma un hecho negativo, si se asume como una condición obligante basada en la evaluación continua de los supuestos que fundamenten el cambio. La resistencia se puede expresar abiertamente o ser encubierta. Básicamente las causas de la resistencia al cambio se pueden clasificar en: factor económico, ansiedad, incertidumbre, modificaciones en las relaciones, rechazo a una mayor intervención de la autoridad formal e inercia asociada a la situación actual. Cuando se plantea el cambio, el factor económico es en general el primero en analizarse. ¿Qué incidencia económica tendrá en lo personal, el proceso de cambio? La ansiedad se genera por la necesidad de adecuar las competencias personales, al perfil requerido en función de los cambios previstos. En cuanto a la incertidumbre, esta se deriva de la complejidad de los factores intervinientes en los cambios, por lo cual es imposible predecir con certeza, el resultado. La interrelación social entre los integrantes de la organización, se basa no sólo en la definición formal, asociada a la estructura organizacional, sino que está determinada en gran medida por el ambiente social y sus relaciones informales. La amenaza de cambio en esta interrelación, fuertemente arraigada en muchos casos, genera rechazo al cambio. Por otra parte el conocimiento y destrezas adquiridas por la experiencia en la ejecución de las tareas actuales, generan una autonomía relativa, que podría reducirse por el mayor control supervisorio requerido a raíz del cambio.

En cuanto a la inercia, esta constituye una causa natural de la resistencia al cambio, porque orienta hacia la ejecución de las actividades y tareas en la forma que se vienen haciendo, aun cuando el cambio represente una optimización evidente. Minimizar a términos razonables, la resistencia al cambio, implica crear un clima organizacional adecuado; entendiéndose por clima organizacional: “un conjunto de valores o actitudes que influyen en el modo de relacionarse las personas unas con otras, como la “accesibilidad”, las pautas de autoridad, las relaciones sociales, etc.” (Bennis, 1973, p. 91). El clima organizacional negativo al cambio está presente cuando existen: falta de credibilidad y liderazgo, por parte de los promotores del cambio; incremento importante de los conflictos; pérdida de control sobre el entorno; sensación de incompetencia, lo cual genera ansiedad; excesiva individualidad y celo, que limita un adecuado trabajo de equipo. En cuanto a las estrategias para “vencer” la resistencia al cambio, Michael (1983), considera que es más adecuado debilitar a las fuerzas opositoras y lograr su cooperación, que simplemente apoyarse en las fuerzas proclives al cambio. El rol de la alta gerencia es crucial para minimizar la resistencia al cambio, por cuanto su total involucramiento, le da legitimidad al proceso. Esto en ningún caso implica que la resistencia desaparece por la aplicación de la autoridad. De hecho la alta gerencia debe lograr una visión compartida, que genere verdadero compromiso en cuanto al éxito del proceso. En definitiva el cambio organizacional debe asumirse como un proyecto, cuya aplicación generará resistencia que debe ser anticipada para lograr los resultados planteados. Tripier (2002), Fulmer (1983) y Nargulies (1985) orientan sobre las acciones previas, que implican: identificar a todos los niveles de la organización los potenciales lideres de cambio e involucrarlos para lograr lo que Beer (1990) ha denominado “compromiso hacia el cambio”, y aprovechar el efecto multiplicador de esos líderes, que en todos los casos, no son los que ocupan los cargos de supervisión; también se deben identificar sus potenciales opositores y analizar sus argumentos para realizar los ajustes necesarios. En tal sentido es fundamental una comunicación abierta y total receptividad, hacia los planteamientos contrarios. Se debe establecer empatía con el personal. También se deben analizar las fallas críticas y sus causas. Este diagnóstico previo con la participación de toda la cadena de valor, que incluye: clientes, empresa y proveedores, permitirá definir en forma asertiva, el cambio requerido, asociado a: aplicación de la calidad total, desarrollo de mercados, reingeniería, alianzas estratégicas, desarrollo de competencias, gestión estratégica de costos, mantenimiento productivo total, benchmarking, tecnología de la información y otros.


RESILIENCIA

La palabra resiliencia (aparentemente aun no está reconocida por la Real Academia Española), tiene su origen en el latín cuyo término resilio significa volver atrás y de allí se originó la palabra en inglés resilience.
El término se empezó a utilizar en la física definiéndolo como la capacidad que tienen los materiales que son sometidos a calor, golpes o presión y posteriormente, recuperaran su forma inicial pero mejorada debido a su elasticidad o flexibilidad. En este sentido, se dice que el metal que es sometido a calor hasta deformarse y luego se enfría para hacerse más fuerte, es resiliente. Este proceso es el que se le da al acero templado.
Posteriormente, el concepto fue adoptado por diferentes científicos en muchos campos de la medicina, la sociología y la psicología entre otros. De lo anterior, podemos reflexionar sobre varios enfoques bajo los que podemos ver este fenómeno.

Desde el punto de vista organizacional, podemos decir que una empresa o institución es resiliente cuando posee la capacidad de resistir a la incertidumbre, a las crisis, a los cambios y situaciones conflictivas y aprender de esas experiencias aprovechándolas como camino hacia el progreso y no solamente como mecanismo de supervivencia. Las personas de las organizaciones actuales, deben entender que la nueva actitud se basa en buscar deliberadamente las innovaciones y cambios y aceptar que junto con ellos vendrán conflictos que deberán confrontarse y solucionarse lo cual causará dolor y traumas físicos y psicológicos pero que redituarán en aprendizajes que nos ayuden a ser personas y organizaciones más templadas y resilientes que nos permitirá sobrevivir en este mundo tan competido.
Las personas no solamente debemos resistirnos a los cambios sino que debemos buscarlos porque implican riesgos, tribulaciones y situaciones adversas que al enfrentarlas nos servirán para templar y fortalecer nuestro carácter y nos harán más aptos para solucionar cualquier contingencia futura que se presente, por difícil que pueda ser. Esa fortaleza y templanza de carácter lo heredaremos a nuestros hijos y a toda la gente que nos rodea y por lo tanto, contribuirá a hacer una sociedad más resiliente y preparada donde sus miembros podrán enfrentar retos más demandantes. Suena un tanto frío el comentario, pero dentro de la selección natural de las especies, sobrevivirán las que estén más preparadas para enfrentar las condiciones que, como vemos ahora, se están haciendo más difíciles cada día. La lucha por los empleos disponibles en las organizaciones, la ganarán las personas más competentes. A su vez, las organizaciones sobrevivirán solamente las que se preparen para ser más resilientes y puedan mantener satisfechos a sus clientes cuyas exigencias se van incrementando conforme avanza este nuevo siglo y milenio.


No hay comentarios:

Publicar un comentario